La Orden de los Caballeros Templarios constituye uno de los grandes misterios de la época medieval. Nacieron para proteger los Santos Lugares auspiciados por la regla de San Bernardo pero se convirtieron en mucho más. Es un misterio cómo un reducido grupo de nobles caballeros devino en una potencia supranacional extendiéndose por toda Europa. Preconcibieron la banca moderna con un sistema préstamos que les hizo acumular ingentes riquezas, dejaron su huella en la arquitectura (se les atribuye gran protagonismo en la construcción de catedrales), y estuvieron presentes en los grandes acontecimientos históricos de la época (especialmente en las cruzadas).
Tras establecerse en Jerusalén para proteger a los peregrinos se hospedaron en las antiguas ruinas del Templo de Salomón. Cuenta la leyenda que encontraron un tesoro (no material) que les otorgó el poder frente al papado, que estaban relacionados con la herejía cátara y con el secreto Priorato de Sión, que buscaban la unión entre las tres religiones monoteístas en una auténtica (heredera a su vez de cultos precristianos), que veneraban a María Magdalena como compañera de Jesucristo, que custodiaban el Grial (entendido como la sangre de Cristo en sentido literal: descendencia de Jesús que sería la auténtica heredera de la iglesia, por encima del papado), que estuvieron presentes en el descubrimiento de América…
Lo cierto es que su aumento de poder y riqueza desencadenó una de las más grandes conspiraciones de la historia: En 1307 el rey Felipe IV de Francia, apoyado por Guillermo de Nogaret, mandó a los gobernantes de todos los rincones del reino una misiva con una enigmática orden: ”No abrir hasta la el día 13 de octubre”.
Al alba de ese día se desveló la misión: Debían apresar a los caballeros templarios y requisar todos sus bienes. Se inició un largo proceso en el que la sentencia estaba prácticamente dictada de antemano. La defensa de los templarios no encontró el apoyo suficiente en el papa Clemente V, condicionado por el temor a un enfrentamiento directo con el rey. La orden de los templarios fue suprimida; sus miembros torturados, y obligados a retractarse, cuando no asesinados; sus riquezas, confiscadas…
Al alba de ese día se desveló la misión: Debían apresar a los caballeros templarios y requisar todos sus bienes. Se inició un largo proceso en el que la sentencia estaba prácticamente dictada de antemano. La defensa de los templarios no encontró el apoyo suficiente en el papa Clemente V, condicionado por el temor a un enfrentamiento directo con el rey. La orden de los templarios fue suprimida; sus miembros torturados, y obligados a retractarse, cuando no asesinados; sus riquezas, confiscadas…
En París, en marzo de 1314, Jacobo de Molay, último gran maestre de la orden del temple estaba a punto de ser consumido por el fuego de la hoguera. La leyenda dice que antes de morir emplazó al rey Felipe IV y al Papa Clemente V al juicio divino en el que se verían las caras antes de finalizar el año. En abril de ese mismo año falleció el Papa; en noviembre, el rey. Sus tres hijos murieron sin descendencia masculina acabando así con la dinastía capeta que había reinado en Francia durante más de 300 años…
Puebla de Alcocer sirve de escala en una ruta para visitar los restos arquitectónicos de la orden de los caballeros templarios en España. Partiendo desde Madrid, se puede visitar la fortaleza de San Martín de Montalbán y la torre de Malamoneda, en los montes de Toledo. Al llegar a Puebla, tras conocer la Siberia Extremeña , nos podemos dirigir hacia Jerez de los Caballeros, el más importante centro templario de Extremadura, así como acercarnos al bonito pueblo medieval de Thomar, ya en Portugal, último gran reducto del temple en Europa, donde los últimos caballeros pudieron escapar de la persecución iniciada por Felipe IV el hermoso. Les invitamos a rastrear la presencia de los caballeros templarios en la zona, en una ruta para los amantes de la Historia.
Cuatro Montañas
Partiendo desde Puebla de Alcocer hasta Capilla, en un capricho de la naturaleza, se alinean con increíble precisión cuatro montañas que están de alguna forma relacionadas con la orden templaria. Son lugares en los que el viajero se siente en conexión especial con la naturaleza, elegidos por los caballeros por su privilegiada situación geográfica, “puntos de energía” si atendemos a las interpretaciones místicas de la orden, con elementos comunes a otros importantes emplazamientos templarios: la presencia del agua, cuevas, el culto a la virgen…
Partiendo desde Puebla de Alcocer hasta Capilla, en un capricho de la naturaleza, se alinean con increíble precisión cuatro montañas que están de alguna forma relacionadas con la orden templaria. Son lugares en los que el viajero se siente en conexión especial con la naturaleza, elegidos por los caballeros por su privilegiada situación geográfica, “puntos de energía” si atendemos a las interpretaciones místicas de la orden, con elementos comunes a otros importantes emplazamientos templarios: la presencia del agua, cuevas, el culto a la virgen…
¿Es casualidad que prolongando esta línea imaginaria hacia el Sur lleguemos a un lugar llamado Piedras Santas?.
Puebla de Alcocer
La Gran Enciclopedia Extremeña , en su definición de “Templarios” nos dice: “En la provincia de Badajoz hubo dos encomiendas templarias, la de Puebla de Alcocer y la de Jerez de los Caballeros. La primera, dependiente de Puebla de Alcocer y correspondiente a la actual Siberia Extremeña, tiene su origen en 1236 cuando el rey Fernando III encomienda al maestre del Temple Esteban de Belmonte, la conquista de esta comarca. Aparte del actual castillo de la Encomienda , ocupaba las poblaciones de Zarza-Capilla, Capilla, Peñalsordo, Garlitos y Siruela entre otros.”
El primer asentamiento del temple en la península fue en Cáceres, en el pueblo de la Abadía , en 1166, extendiéndose desde allí a medida que avanzaba la Reconquista. La encomienda de Puebla de Alcocer apenas aparece en algunas fuentes citada como encomienda de Capilla (los templarios se establecieron allí posteriormente), refiriéndose a todo el territorio de la Siberia.
Hubo un problema latente durante toda la Edad Media en relación con los límites de los territorios de la zona: la orden de Alcántara recibió la comarca de la Serena ; los Templarios tuvieron Capilla, Siruela y Almorchón; y la orden de Calatrava fue dueña de la Alcudia. Con todas ellas compartía términos Puebla, y al tener un emplazamiento privilegiado es lógica la rivalidad. El gran problema es la escasez de referencias escritas que documenten la presencia de los templarios, lo que acrecienta el misterio que les rodea. Tras los concilios de Salamanca y Alcalá los bienes de los templarios pasaron a la Corona de Castilla y a las demás órdenes militares, por lo que la posterior importancia de la orden de Alcántara en Puebla impide la atribución a los templarios de restos medievales hoy conservados.
Puebla de Alcocer, punto de partida de nuestra ruta, dependiente en principio de Toledo, obtuvo el reconocimiento de villa durante el reinado de Alfonso XI, con el dominio señorial de los García de Toledo. Desde 1334 estuvo bajo el señorío del noble catalán don Bernat, vizconde de Cabrera, venido desde los condados catalanes apenas unos años después de la extinción de la orden del temple (desconocemos si tenía relación alguna con la orden, su familia fue pretendiente del condado de Urgel). El máximo apogeo de Puebla llegaría con su concesión de villa a manos de Don Gutierre de Sotomayor, maestre de la orden de Alcántara, en 1445, caballero ostentoso que mandó construir el espectacular castillo que hoy corona el pueblo.
Paseando por las calles de Puebla podemos transportarnos al pasado e imaginar la vida hace siglos, ya que la villa apenas ha crecido desde entonces. Recomendamos visitar la iglesia de Santiago Apóstol, con un precioso artesonado mudéjar y portada plateresca, donde se cree que estuvo enterrado Pedro I el Cruel. En la cima de la montaña encontramos la ermita de la virgen de la cueva (“a la que la gente reza para que llueva”, según la tradición popular). Donde hoy se ubica la ermita se encontraron restos neolíticos que indican que fue un asentamiento primitivo, y restos de un monumento funerario formado por una serie de menhires en forma de corona datados en torno al año 5000 a.C. así como dos hachas de ese periodo, una de diorita pulimentada y la otra de sílex. La cueva, el culto a la virgen, la tradición cristiana que se funde con antiguos ritos paganos…elementos esotéricos presentes en la mitología templaria, todo junto al espectacular castillo.
Construido en la segunda mitad del siglo XV sobre una fortificación anterior seguramente templaria, la fortaleza se erige en el punto más alto de la zona, siendo visible desde un área aproximada de cuarenta kilómetros a la redonda. Se trata de un castillo amurallado de forma poligonal irregular, con una colosal torre del homenaje (25 m. de altura y 10 m. de diámetro, sobre una base maciza que lo eleva aún más) terminada de construir por Doña Elvira de Zúñiga, por lo que aparece el blasón de armas de la familia Zúñiga esculpido en la torre además de los escudos de la familia Sotomayor. Su longitud es de 80 m . y su anchura de 47 m. Está realizado con mampostería pero la presencia de dobles hileras de ladrillo por fajas, así como las ventanas dentro de recuadros, indica la participación de obreros alarifes mudéjares en su construcción. Sus muros tienen una altura media de 20 m. y una anchura de 2,10 a 2,70 m . Desde su interior se aprecia la excavación de un túnel que, según la tradición popular, conectaba con la fortaleza templaria de Lares (con Siruela según otras versiones) para escapar en caso de asedio.
Desde lo alto de su torreón podrá contemplar uno de los atardeceres más espectaculares que haya visto, vistas por las que llaman a Puebla “el balcón de la Siberia ”. La magnitud y belleza de este castillo se entiende al conocer la personalidad del que fue su señor, Don Gutierre de Sotomayor, cuyo lema era: “Todo es poco”
La Gran Enciclopedia Extremeña , en su definición de “Templarios” nos dice: “En la provincia de Badajoz hubo dos encomiendas templarias, la de Puebla de Alcocer y la de Jerez de los Caballeros. La primera, dependiente de Puebla de Alcocer y correspondiente a la actual Siberia Extremeña, tiene su origen en 1236 cuando el rey Fernando III encomienda al maestre del Temple Esteban de Belmonte, la conquista de esta comarca. Aparte del actual castillo de la Encomienda , ocupaba las poblaciones de Zarza-Capilla, Capilla, Peñalsordo, Garlitos y Siruela entre otros.”
El primer asentamiento del temple en la península fue en Cáceres, en el pueblo de la Abadía , en 1166, extendiéndose desde allí a medida que avanzaba la Reconquista. La encomienda de Puebla de Alcocer apenas aparece en algunas fuentes citada como encomienda de Capilla (los templarios se establecieron allí posteriormente), refiriéndose a todo el territorio de la Siberia.
Hubo un problema latente durante toda la Edad Media en relación con los límites de los territorios de la zona: la orden de Alcántara recibió la comarca de la Serena ; los Templarios tuvieron Capilla, Siruela y Almorchón; y la orden de Calatrava fue dueña de la Alcudia. Con todas ellas compartía términos Puebla, y al tener un emplazamiento privilegiado es lógica la rivalidad. El gran problema es la escasez de referencias escritas que documenten la presencia de los templarios, lo que acrecienta el misterio que les rodea. Tras los concilios de Salamanca y Alcalá los bienes de los templarios pasaron a la Corona de Castilla y a las demás órdenes militares, por lo que la posterior importancia de la orden de Alcántara en Puebla impide la atribución a los templarios de restos medievales hoy conservados.
Puebla de Alcocer, punto de partida de nuestra ruta, dependiente en principio de Toledo, obtuvo el reconocimiento de villa durante el reinado de Alfonso XI, con el dominio señorial de los García de Toledo. Desde 1334 estuvo bajo el señorío del noble catalán don Bernat, vizconde de Cabrera, venido desde los condados catalanes apenas unos años después de la extinción de la orden del temple (desconocemos si tenía relación alguna con la orden, su familia fue pretendiente del condado de Urgel). El máximo apogeo de Puebla llegaría con su concesión de villa a manos de Don Gutierre de Sotomayor, maestre de la orden de Alcántara, en 1445, caballero ostentoso que mandó construir el espectacular castillo que hoy corona el pueblo.
Paseando por las calles de Puebla podemos transportarnos al pasado e imaginar la vida hace siglos, ya que la villa apenas ha crecido desde entonces. Recomendamos visitar la iglesia de Santiago Apóstol, con un precioso artesonado mudéjar y portada plateresca, donde se cree que estuvo enterrado Pedro I el Cruel. En la cima de la montaña encontramos la ermita de la virgen de la cueva (“a la que la gente reza para que llueva”, según la tradición popular). Donde hoy se ubica la ermita se encontraron restos neolíticos que indican que fue un asentamiento primitivo, y restos de un monumento funerario formado por una serie de menhires en forma de corona datados en torno al año 5000 a.C. así como dos hachas de ese periodo, una de diorita pulimentada y la otra de sílex. La cueva, el culto a la virgen, la tradición cristiana que se funde con antiguos ritos paganos…elementos esotéricos presentes en la mitología templaria, todo junto al espectacular castillo.
Construido en la segunda mitad del siglo XV sobre una fortificación anterior seguramente templaria, la fortaleza se erige en el punto más alto de la zona, siendo visible desde un área aproximada de cuarenta kilómetros a la redonda. Se trata de un castillo amurallado de forma poligonal irregular, con una colosal torre del homenaje (25 m. de altura y 10 m. de diámetro, sobre una base maciza que lo eleva aún más) terminada de construir por Doña Elvira de Zúñiga, por lo que aparece el blasón de armas de la familia Zúñiga esculpido en la torre además de los escudos de la familia Sotomayor. Su longitud es de 80 m . y su anchura de 47 m. Está realizado con mampostería pero la presencia de dobles hileras de ladrillo por fajas, así como las ventanas dentro de recuadros, indica la participación de obreros alarifes mudéjares en su construcción. Sus muros tienen una altura media de 20 m. y una anchura de 2,10 a 2,70 m . Desde su interior se aprecia la excavación de un túnel que, según la tradición popular, conectaba con la fortaleza templaria de Lares (con Siruela según otras versiones) para escapar en caso de asedio.
Desde lo alto de su torreón podrá contemplar uno de los atardeceres más espectaculares que haya visto, vistas por las que llaman a Puebla “el balcón de la Siberia ”. La magnitud y belleza de este castillo se entiende al conocer la personalidad del que fue su señor, Don Gutierre de Sotomayor, cuyo lema era: “Todo es poco”