sábado, 23 de diciembre de 2017

SOBRE EL TEMPLO DE SALOMON

El Templo se dividió en tres partes, a las cuales se entraba mediante un gran pórtico flanqueado por dos pilares especialmente diseñados. 

La parte frontal recibió el nombre de Ulam («Vestíbulo»); la parte más grande, la del medio, era el Ekhal, término hebreo que proviene del Sumerio E.GAL («Gran Morada»). Separada de ésta mediante una pantalla, estaba la parte más profunda, el Santo de los Santos. Se le llamó Dvir, literalmente: El Orador, pues guardaba el Arca de la Alianza con los dos querubines sobre ella de entre los cuales Dios le hablaba a Moisés durante el Éxodo. El gran altar y los lavabos estaban en el patio, no dentro del Templo. Los datos y las referencias bíblicas, las tradiciones antiguas y las evidencias arqueológicas no dejan lugar a dudas de que el Templo que construyó Salomón (el Primer Templo) se levantaba sobre la gran plataforma de piedra que todavía corona el Monte Moriah (también conocido como el Monte Santo, Monte del Señor o Monte del Templo). Dadas las dimensiones del Templo y el tamaño de la plataforma, existe un acuerdo general sobre dónde se levantaba el Templo, y sobre el hecho de que el Arca de la Alianza, dentro del Santo de los Santos, estaba emplazada sobre un afloramiento rocoso, una Roca Sagrada que, según firmes tradiciones, era la roca sobre la que Abraham estuvo a punto de sacrificar a Isaac. En las escrituras judías, la roca recibió el nombre de Even Sheti’yah, «Piedra de Fundación», pues fue a partir de esa piedra que «todo el mundo se tejió». El profeta Ezequiel la identificó como el Ombligo de la Tierra. Esta tradición estaba tan arraigada, que los artistas cristianos de la Edad Media representaron el lugar como el Ombligo de la Tierra y siguieron haciéndolo así aún después del descubrimiento de América.