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Turistas de diferentes partes del mundo han visitado, y visitan, la iglesia de Bordón atraídos por su misticimo templario
Algo debe tener Bordón para que en los últimos años hayan paseado por sus calles turistas alemanes, holandeses, ingleses e incluso rusos. Y no se trata de cualquier cosa. No es exactamente la tranquilidad que aporta un pequeño pueblo de apenas 90 habitantes o el entorno natural que rodea a esta población, sino un tesoro único en España que está rodeado de misterio y leyenda. La culpable de estos inesperados viajeros es la Iglesia de la Virgen de la Carrasca, un pequeño templo religioso cuyos primeros inquilinos fueron los Templarios.
La historia de Bordón está estrechamente relacionada con su iglesia. De hecho, Bordón no sería lo que es hoy en día sin ella. Cuenta la leyenda, ahora con la voz de Paquita, vecina y guía por excelencia de la iglesia, que allá por el 1212 un milagro ocurrió en lo que hoy es el pueblo, antes un camino real que unía Castellote con el Alto Maestrazgo. Junto a una carrasca apareció la figura de una virgen acompañada por un niño. De inmediato fue llevada hasta Castellote por los lugareños, pero al día siguiente apareció de nuevo junto a la carrasca. Fue entonces cuando los Templarios, que poblaban y dominaban esas tierras, se encargaron de levantar una pequeña ermita para que los peregrinos pudieran venerar a la Virgen.
La ermita fue derruida poco después, pero no por desprecio, sino con el objetivo de construir un templo mayor con el que honrar a la virgen, lo que hoy se conoce como la iglesia de la Virgen de la Carrasca. A partir de su edificación, fue surgiendo el pueblo de Bordón.
Con todo, resulta complicado señalar con exactitud la fecha exacta de la construcción del templo, ya que el paso de la Guerra Civil por Bordón acabó, además de con los retablos y otras muchas decoraciones, con la mayoría de sus archivos. Pero Sergio Solsona, historiador masino especializado en los Templarios, explica que existen algunas imágenes que relacionan el templo con el año 1212. «Gracias a la restauración que se realizó hace unos años, se recuperaron un par de maderos del artesonado original de la iglesia. En ellos aparecen varias imágenes que, siempre desde la interpretación, nos hacen pensar que tienen que ver con la Batalla de las Navas de Tolosa de 1212. Sergio se refiere a un obispo que aparece flanqueado por los colores de la bandera de Aragón y a la representación de un centauro disparando con un arco. «Lo curioso es que en esa batalla los musulmanes utilizaron por vez primera arqueros montados a caballo».
Este es solo uno de los secretos que guarda la iglesia, porque avanzando en el tiempo, la siguiente referencia lleva hasta la primera mitad del 1300. «Hay que recordar que en 1317 se acaba con el dominio templario en el Maestrazgo y pasa a gobernar la Orden de San Juan de Jerusalén. Es muy probable que los que se quedaron en Bordón, a pesar de dejar la Orden Templaria, conservaron parte de esa filosofía…», cuenta Paquita. Y es que su paso queda patente en varios puntos de la iglesia. De hecho, Sergio Solsona se refiere a una capilla «secreta» que podría haber sido utilizada «para rituales de iniciación de los templarios».
Pero además, está la capilla de Santa Lucía, que data de 1390, y que cuenta con fragmentos que, según explica Paquita, parecen ser de lo que en su día fue la ermita. Entre los rasgos más característicos de la capilla, el pantocrátor del techo. «Aquí hay un análisis de un proyecto de restauración, es decir, que no es cosa mía. Aparece un cristo sujetando una bola del mundo en la que hay dos bloques: uno parece África y el otro América. Estamos hablando del año 1390… Si faltaba algún detalle para unir esta iglesia con el misticismo templario, ahí lo tenemos», comenta Solsona.
Sergio habla de este toque espiritual con el cuenta la iglesia y es que solo hay que mirar al techo para ver que el templo es especial. Los frescos llaman la atención con su colorido y con sus formas y pinturas. «Son alegorías muy interesantes. Son como más espirituales. Yo realice hace un tiempo una interpretación con una técnica cimática, con figuras cimáticas. Es decir, figuras que se forman cuando se aplica sonido en la superficie. El templo tenía un órgano enorme y aquí entra en juego la música. Quizás la utilizaban para algo más que las oraciones. Por ejemplo, para la meditación». Por si fuera poco, justo debajo de donde estuvo el órgano aparece la pintura de Santa Cecilia, patrona de los músicos. Cabe destacar que tanto las pinturas del techo como las últimas modificaciones se realizaron en el siglo XVIII.
Rescatando las palabras de Paquita y también las de Sergio Solsona, queda claro que la Iglesia de la Virgen de la Carrasca tiene algo especial. El misterio rodea su historia y la leyenda gobierna sus paredes. Por eso, para disfrutarla en todo su esplendor vale la pena sentirla con los cinco sentidos y dejar rienda suelta a la imaginación. «Existe algo diferente en esta iglesia. Conozco a mucha gente que ha venido a verla y dice que le ha cambiado la vida», comenta Solsona, quien lamenta que la iglesia no se valore lo suficiente. «A mi entender es un ejemplo único en España. Si se consiguen las ayudas necesarias para restaurarla, sería genial. Su potencial es enorme».