PRUDENCIO DE SANDOVAL y su visión de las órdenes del Templo y de San Juan.
Un historiador a caballo entre el siglo XVI y el XVII.
Nuestro personaje nace en Valladolid o Tordesillas (que sobre esto hay sus más y sus menos) hacia 1552, falleciendo al parecer en Pamplona hacia 1620. Clérigo benedictino, y obispo de Tuy de 1608 a 1612, pasando a serlo de Pamplona, desde este último año hasta su muerte, en 1620.
Fue el continuador de la crónica iniciada por Florián de Ocampo y Ambrosio de Morales, recopilando gran cantidad de fuentes documentales, aunque al parecer sin demasiada crítica. Su “Vida y Hechos del Emperador Carlos V” es considerada como fuente fundamental por los historiadores del periodo.
Gozó de un gran prestigio internacional como historiador.
En 1598, cuando su primo Francisco Gómez de Sandoval y Rojas (el archiconocido y poderoso duque de Lerma) es nombrado valido de Felipe III, nuestro personaje es nombrado procurador general de los benedictinos en la corte.
Dejó un legado tras su muerte para la construcción de una capilla y mandato de su enterramiento en la catedral de Pamplona. Esta se conoce como la “capilla de Sandoval”, y es la única que no se encuentra dentro de la planta del templo, sino que sale a su exterior. Se demoró su construcción hasta 1651, año en el que se colocó el lienzo de San Benito Abad, bajo cuya advocación se encuentra la citada capilla.
Foto Capilla de SANDOVAL: https://upload.wikimedia.org/wikipedia/commons/0/09/Retablo_capilla_sandoval.jpg
OBRAS
1.- “Crónica del ínclito emperador de España don Alonso VII” (Madrid, 1600).
2.- “Fundaciones de los monasterios del glorioso padre San Benito” (Madrid, 1601).
3.- “Antigüedad de la Ciudad y Iglesia catedral de Tuy” (Braga, 1610).
4.- “Catálogo de los Obispos, que ha tenido la santa Iglesia de Pamplona” (Pamplona, 1614).
5.- “Historia de cinco obispos: Idacio, Isidoro, Sebastiano, Sampiro y Pelagio” (Pamplona, 1615).
6.- “Historia de los reyes de Castilla y León” o “Historia de los cinco reyes” (Pamplona, 1634).
7.- “Historia de la vida y hechos del emperador Carlos V” (Zaragoza, 1634).
Además, podéis encontrar más información en:
Y todo esto, para traeros un párrafo de su obra “Historia de los reyes de Castilla y León”, que nos viene como anillo al dedo para acercarnos al pensamiento de su época respecto a los “caballeros Templarios” y a los de “San Juan”: (TRANSCRIPCIÓN LITERAL):
“(…) Origen de las ordenes de los Templarios y de San Juan de Malta”.
“Pues en España se fundaron en estos tiempos y otros adelante monesterios de los caballeros Templarios, que si las pasiones de los enemigos o sus vicios no los acabaran fuera en nuestros días la más lúcida caballería, rica y estimada del mundo, diré brevemente cuál fue su origen y cuál su fin desdichado.
Había en aquellos tiempos en que la Cristiandad toda iba a la guerra santa, gran multitud de gentes que de todas las provincias del mundo acudían, no con tanto concierto como se requiere en la milicia, donde el orden vale más que las muchas armas. Hubo entre estas gentes nueve caballeros esforzados, todos franceses, de los cuales solo se nombran Hugo de Paganos y Gayfredo de Santo Adelmaro, que tomaron por oficio defender los peregrinos que a los Lugares Santos iban de los salteadores que había, así del puerto de Jafa hasta Jerusalén, como por otros lugares. Andando, pues, el tiempo en que se vió la utilidad que a los cristianos venía de su amparo y defensa, y siendo ya muchos en número, les fue señalado por posada y recogimiento un lugar en el Templo del Santo Sepulcro, queriéndolo así el abad y monjes que en el Templo estaban, de donde les quedó el nombre de templarios. Llegándose a éstos otros caballeros se pusieron en armas y comenzaron a seguirlas contra infieles, dejando otros caballeros que corriesen los campos y guardasen y asegurasen los caminos; por la cual razón muchos príncipes cristianos, para ayudar el propósito santo destos caballeros, les asignaron en sus tierras y dieron posesiones con que se pudiesen sustentar; y vemos por toda España, señaladamente en el camino francés que desde Navarra va a Santiago, ruinas de edificios y templos caídos que fueron destas gentes.
El Papa Honorio Segundo, a instancia de Estéfano, patriarca de Jerusalén, por vivir ellos en comunidad dentro de monesterios, como viven los monjes, les dio regla de orden, ordenada por San Bernardo, con hábito blanco, al cual Eugenio Tercero acrecentó una cruz colorada que trajesen en los pechos. Estos caballeros crecieron en tanto número y hicieron tantos servicios a Dios y a la república cristiana, que en breve tiempo fueron muy ricos y poderosos, señores de villas y castillos y rentas con que se extendieron, no sólo por el Oriente, mas por las partes occidentales, criando sus maestres por las provincias, instituyendo encomiendas, cuyo gran maestre residía en Jerusalén.
En este estado, creciendo en potencia y rentas, florecieron 200 años hasta el de 1310, en que el Papa Clemente V, en el Concilio de Viena de Francia los condenó y extinguió su orden, por las causas que no son para esta historia.
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Casi en el tiempo que comenzó la orden militar de los Templarios, tuvo su principio la de los Caballeros de San Juan, que agora residen en Malta, cuyo principio fue este. En tiempo antiguo, antes que la ciudad santa de Jerusalén se tomase por los cristianos, impetraron algunos peregrinos de la Iglesia latina, del soldán de Egipto, por tributo que le dieron, que pudiesen allí en Jerusalén edificar un monasterio, el cual hicieron junto de la iglesia del Santo Sepulcro, y le llamaron Santa María la Latina, y pusieron en él un abad con sus monjes.
De ahí a poco tiempo edificaron una capilla y hospital para cura y recogimiento de los peregrinos, advocación de San Juan Bautista, al cual sustentaban los monjes de la propia hacienda del monasterio. Viniendo después la ciudad a manos de los cristianos, un religioso de nación francés, que se decía Geraldo, que había mucho tiempo que servía en aquel hospital, determinó de hacer una nueva orden de hombres que hiciesen aquel oficio, y moviendo a esto a algunos hombres píos, tomó hábito regular, y con sus compañeros curaba los pobres y enfermos, y a los que morían enterraba en el campo que llaman Acheldemach. Dieron la obediencia al patriarca y al abad del monasterio, y les daban el diezmo de lo que adquirían, ejercitando este oficio con mucha caridad y devoción. Sabiéndose por los príncipes cristianos, les hicieron muchas donaciones, y les apropiaron rentas, y les asignaron villas y castillos para que más abastadamente y a más número de gente pudiesen proveer y sustentar.
Creciendo el número de estos religiosos, el Papa Honorio Segundo les ordenó regla de vivir, y la confirmó debajo de la orden de San Agustín, dándoles hábito negro, cruz blanca, con voto de castidad, pobreza y obediencia, y de pelear contra infieles por la Religión cristiana; y quedando a cargo de los que eran clérigos el recogimiento, cura y entierro de los peregrinos, los legos se ocupaban en la milicia, y de ahí adelante se llamó su orden del Hospital de San Juan de Jerusalén.
El primer asiento de esta Religión fue en Jerusalén. Después de ganada la ciudad por Saladino, se pasó a la ciudad de Tolemaida de Fenicia, a la que vulgarmente llaman Acre, y otros Acon, y perdiéndose también esta ciudad se pasaron los caballeros a la isla de Rodas, que tomaron a los turcos año 1308; y siéndoles en nuestro tiempos, año 1522, tomada Rodas por los mismos turcos, pidieron al rey don Juan Tercero de Portugal les diese la ciudad de Ceuta para pelear de allí contra los infieles y guardar el mar Mediterráneo de moros y turcos que a las playas de España y de Levante molestaban cada día, lo cual el rey les negó, no bien aconsejado. El emperador Carlos V, rey de España, les dio la isla de Malta, a quien los antiguos llamaron Melite, junto a Sicilia, con feudo de que diesen un halcón cada año. En esta isla, siendo los caballeros acometidos de turcos, muchas veces con poderosas armadas, se han defendido valerosamente, si bien que con sangre y muerte de muchos, y se han sustentado y florecen en la dicha isla gloriosamente.
Tres maneras de religiosos hay entre ellos: unos freires caballeros, otros capellanes, otros que llaman sargentos, que sirven en oficios de la Religión; también hay donados, que son hombres que siendo casados o solteros, se hacen familiares de la orden para gozar de las gracias y privilegios della, los cuales traen cruz blanca de solo tres brazos, que llaman tau. En todas las provincias de la Cristiandad tiene esta Religión encomiendas, priores y dignidades, villas y fortalezas de gruesas rentas, y heredaron mucho de lo que los templarios perdieron; y como son de diferentes naciones, se dividen en ocho lenguas principales, a las cuales las demás se reducen. La primera es de Provenza, la segunda de Alvernia, la tercera de Francia, la cuarta de Aragón, Valencia, Cataluña, Navarra; la quinta de Italia, la sexta era de Inglaterra, la séptima de Alemaña, la octava de Castilla, León y Portugal.”
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El origen del texto que antecede está extraído LITERALMENTE del tomo XVI de la BIBLIOTECA LITERARIA DEL ESTUDIANTE, dirigida por Ramón Menéndez Pidal, en una edición impresa de 1925, con una selección hecha por Samuel Gili Gaya.
Foto Libro: Antonio Espinosa
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