EL FINAL DE LA BÚSQUEDA
(Por Sergio Solsona Palma. texto original en Maestrazgo templario)
La relación
del Grial con la Orden de los caballeros del templo de Salomón comienza
documentalmente en 1215. Es en este año, aproximadamente, cuando un trovador alemán,
Wolfran bon Essembach, termina un
extenso poema titulado “Parsifal y el cuento del Grial”. En concreto son estos
versos, los que relacionan el Grial con el Temple.
“El anfitrión dijo: «Sé bien que viven muchos valientes
caballeros en Munsalwäsche, junto al Grial. Cabalgan una y otra vez en busca de
aventuras. Consigan la derrota o la victoria, estos templarios expían así sus
pecados. Habita allí una tropa bien ex-perimentada en la lucha. Os diré de qué
viven: se alimentan de una piedra, cuya esencia es totalmente pura.”
Durante
décadas, los historiadores han estado investigando si existió un objeto, que
pudo dar origen a estos cantares épicos. Los trabajos de historiadores como
Michael Hesseman, Andre de Mandach o Philip Coppens, entre muchos otros,
adjudican al Santo cáliz que se encuentra en Valencia como el objeto que generó
el concepto de Grial.
Para hacerlo
proponen numerosos motivos, que acercarían la leyenda creada con estas ,y otras
composiciones literarias con este santo cáliz. Entre ellas se podrían encontrar
la descripción que se hace del castillo del Grial que coincide con el
monasterio San Juan de la Peña donde esta reliquia se conservó durante la edad
media. El legendario Montsalwage que cita Wolfram sería el Mont-Salvatoris
situado en los pirineos, a cuyos pies se alza aquel monasterio/fortaleza.
Otro de los
motivos es que en ocasiones el rey que custodia este objeto, junto a sus
caballeros, recibe el nombre de Anfortas. Este nombre, se intercala con el de
Arturo a lo largo de este extenso poema. Los investigadores relacionan este nombre con Alfonso I de Pamplona y Aragón.
Este monarca gobernó entre 1104 y 1134 y
se hizo nombrar como “Aldefonsus totius rex” y firmaría muchos documentos como
Anfortius.
Su relación con la incipiente orden del temple
fue muy estrecha. Durante su reinado, muchas de sus tropas pertenecían a la
milicia de cristo y provenían de toda Europa. Junto con todo ese potencial
humano, pudo llevar a cabo gran parte de la Reconquista. Durante aquellos años,
los combates contra el integrismo musulmán, fueron muy importantes y atrajeron
a numerosos templarios a la cruzada del sur, esta era la denominación, de las
guerras religiosas en la península ibérica.
Los
caballeros que aparecen en esta saga han sido identificados como los nobles que
acompañaron a Alfonso I en sus batallas. Entre ellos podemos citar a Rotreau III
de Perche que se convertiría en el Perche-Vall. Así nació la leyenda de
Perceval. La relación de esta familia nobiliaria con la orden del Temple fue
muy estrecha. Muchos de sus miembros fueron templarios y algunos, como en el
caso de Rotreau, tomaban la cruz roja temporalmente, cuando luchaban por
motivos religiosos, tanto en tierra Santa como al sur de los Pirineos.
Tras la
muerte sin descendencia de Alfonso I “el batallador” es su testamento dejó una
tercera parte de su reino a la Orden del Temple. Pese a que su última voluntad
no fue respetada, esto permitió a aquella hermandad poder recibir muchas
posesiones y favoreció su enorme crecimiento.
Pero la
prueba definitiva de que esta copa era el que se describía en aquellos poemas
fue una inscripción que apareció en 1960. Mientras esta reliquia era sometida a
un informe arqueológico apareció en su base un grabado. Tal y como decía el
cantar, el Grial portaba algo escrito, para sorpresa de todos era una
inscripción árabe.
“El poder maravilloso del Grial asegura la existencia de la
comunidad de caballeros. Oíd cómo se sabe quiénes son llamados al Grial. En el
borde de la piedra, una inscripción con letras celestiales indica el nombre y
el origen, sea muchacha o muchacho, del que está destinado a hacer este viaje
de salvación”
Estos
análisis confirmaron que la parte superior de este objeto está formada por un cáliz
de piedra tallado. La datación lo sitúan entre el siglo III ac y el I bc y
procedente de una cantera de Palestina. Este tipo de copas, eran utilizados por
las familias pudientes judías para celebrar le cena pascual. Objetos como
estos, han aparecido solo en excavaciones arqueológicas. Uno similar lo podemos
encontrar en el museo de Londres. Es sorprendente que una pieza tan frágil haya
llegado a nuestros días. El resto joyería es de época medieval.
Hay que
recordar que en las dos primeras obras literarias en las que aparece este
objeto no se hace referencia a que fuese una reliquia cristiana. El primer
poema en que se menciona “El Grial” , fue escrito en francés por Charetien de
Troyes en 1183. En este cantar tampoco se dice que fuese la reliquia de la última
cena. Se trataba de un objeto que
simbolizaba los más altos valores de la caballería. La valentía, el honor, la lealtad,
la templanza, la generosidad y la humildad. Estos nobles ideales siguen siendo
los atributos que esta reliquia simboliza.
La expansión de aquellos relatos que se
extendían por todo el continente obligó a su cristianización. Por razones
políticas, también se alejó la leyenda del Grial de su lugar original. Así en
1191 en la obra de Robert de Boron, el Grial aparece como la copa con la que
José de Arimatea recogió la sangre de Cristo y la llevó a las islas Británicas.
SSP